miércoles, 10 de septiembre de 2014

En casa.



Ayer Juan volvió a casa, después de 16 días de internación.
Pasó todo tan rápido, que me cuesta creer que estuvo tan mal. 

El cuadro empezó con fiebre unos días y sin otro síntoma, después se agregó algo de moco, y se desencadenó una neumonía que aumentó su gravedad en horas. 
Lo internamos el domingo 24 y jamás imaginé que al rato de llegar me dijeran que Juan estaba grave. Esa palabra no la había escuchado en años.
La neumonía se transformó en infección en todo su cuerpo, y cuando esto pasa ¨todo¨ funciona mal. 
No quiero entrar en detalles, no sirve. Pero realmente Juan estaba mal. Varias veces los médicos dijeron que más no podían hacer, que su cuerpo era el que tenía que responder al tratamiento.

Y Juan respondió.
Y Juan salió adelante. 
Y su cuerpo empezó a sanar.

Fueron días muy difíciles, muy tristes. 
Sentí muchas veces que lo perdía, que su vida se apagaba.
Pero Dios decidió sanarlo, Dios decidió que su cuerpo de batalla y gane. Juan es fuerte porque Dios así lo quiere.

Estos días escuché mucho y también pensé mucho.
Pero pude reafirmar mis principios, mis creencias.
Creo que Dios que es el único que tiene poder sobre la vida y sobre la muerte.
Creo que mi función como mamá de un niño especial es amarlo, acompañarlo, procurar una vida digna, ser su voz. Y eso es lo que siempre voy a hacer. 
( Un día de estos voy a escribir más en detalle otros pensamientos, prometo hacerlo pronto)

La foto de la entrada es de ayer.
Es un abrazo muy deseado. Es la bienvenida a su hogar. Es una forma de decir ¨ya pasó todo¨.

No se cómo sigue ésto. Pensé que iba a tener mucho miedo al después, pero Dios también se ocupó de eso. Estoy tranquila, confiada. Pensando en retomar la rutina. Planificando vacaciones, esas que postergamos justo cuando Juan se enfermó.

La vida sigue. 
Juan está en casa.