lunes, 12 de septiembre de 2016

Me permito imaginar

Hace un par de meses me puse a pensar en esto que voy a escribir...
No se si soy la única o les ha pasado también... y me dirijo a ustedes, padres y madres de hijos especiales.

Pienso en cómo hubiese sido Juan si el Sindrome de Ohtahara no hubiese sido parte de su vida. Y considero que no está mal que me permita hacerlo.
Cómo hubiese sido su carácter, sus intereses, le hubiese gustado tanto el fútbol como a su hermano? Cómo sería la relación con nosotros, su familia?
Sería buen amigo?

Y acá va lo que me imagino yo de él...

Juan: respetuoso, amoroso, responsable, positivo, amiguero, solidario, con carácter, con gustos marcados, soñador, tenaz, asertivo... y la lista sigue.
Me lo imagino poniéndole límites a su travieso hermano, compartiendo con él momentos de juego, enseñándole todo, peleando, etc.

Si bien se me cae alguna lágrima ahora al escribir, no lo vivo con dolor, porque ese duelo, el duelo de lo que Juan no fue, ya lo hice en su momento, cuando tuve que aceptar y adaptarme a lo que realmente Juan es. (Cuesta, pero se puede)

Supongo que todo esto que imagino es lo que yo quería para él.
Pero, aunque sea difícil de entender para la gran mayoría, es lo que Juan me transmite. Esa fuerza que le pone a cada día, las ganas de vivir. Su sonrisa, esa que solo desaparece cuando le duele algo o se siente mal.

Juan es Juan. Es éste, el que tengo. El que vino a cambiar mi vida. A alterar mis prioridades. A enseñarme tanto.
Y aunque hay cosas que no comprendo, cosas que duelen y mucho, sigo pensando que mi hijo me bendice.

Hace unos días le dije a Sebastián si quería hacerle un cariño a Juan que estaba en su cama. Aclaro que no siempre me dice que si! Pero como esta vez quiso, lo grabé con mi teléfono sin que se diera cuenta.





Sebi dijo: -Te gustó, Juan?
                 -Sabés? sos el mejor hermano.