martes, 14 de junio de 2016

Entre más pasa el tiempo...




Entre más pasa el tiempo
Me doy cuenta que la vida no es un juego
Sino algo maravilloso que se vive día a día.

Entre más pasa el tiempo
Me doy cuenta que el amor no es un simple sentimiento
Sino algo que nos lleva a lugares que nunca imaginamos llegar.

Entre más pasa el tiempo
Me doy cuenta que la inocencia de un niño
En realidad no es inocencia, sino sabiduría.

Entre más pasa el tiempo
Me doy cuenta que los errores no son algo por lo que llorar
Sino algo que hay que remediar.

Entre más pasa el tiempo
Me doy cuenta que no quiero cambiar lo que paso tiempo atrás
Sino hacer bien las cosas que vivo en el presente y dejar de recordar.

Entre más pasa el tiempo
Me doy cuenta que la casualidad no existe
Sino que las cosas ya están destinadas a pasar.

Entre más pasa el tiempo
Me doy cuenta que las personas que nos rodean no solo son alguien más
Sino son personas que nos van a hacer cambiar.

Entre más pasa el tiempo
No me pongo a pensar que el tiempo se me acaba
Sino que le doy gracias a Dios por todo ese tiempo que me ha regalado.

Pero sobre todo, entre más pasa el tiempo
Me doy cuenta que lo que vivo no solo es algo más
Sino que es algo por lo que he tenido que luchar.

Marianela Camelo



Hace unos días tuvimos una reunión que se hace todos los años en el sindicato del trabajo de Leo, mi esposo. La reunión está destinada a las familias que tienen hijos con discapacidad. 

Así que fuimos, Leo y yo (sacar a Juan con este frío es imposible). En el lugar había gente sola, y también padres e hijos. 
Este evento no fue lo que yo esperaba y me fui de ahí bastante angustiada.

Sentado enfrente nuestro, en una mesa gigante, estaba Ramón de 82 años con su hijo Eduardo, que tendría cerca de 60 años y algún retraso importante. Al lado de ellos estaba Horacio, solo, que tendría 70 y pico. Su esposa fallecida, y una hija con discapacidad a cargo.
Si miraba hacia la otra punta de la mesa , estaba Belén con Síndrome de Down, de 30 años, con sus padres. 
Y así podría seguir enumerando casos.
Y estábamos nosotros, los papás de Juan. Más jóvenes que todos los demás padres, y viviendo otras situaciones.

Cada uno contaba a grandes rasgos cómo era la vida teniendo un hijo con necesidades especiales y lo difícil que es insertar a estas personas en nuestra sociedad. 
Mientras ellos, los padres, hablaban... yo pensaba en lo que debería ser para ellos la vida. Pensé... esta gente hace 60 años que cuida de sus hijos! 60 años viviendo para atender a un hijo que necesita cada día más atención y cuidados! Qué desgaste. Que aguante. Qué fortaleza.

Y lo que más me angustió es pensar en qué va a pasar con estos hijos el día que sus padres no estén. Quién los va a atender? La familia? Algún hermano, tal vez? Quién está dispuesto a llevarse a vivir a su casa a una persona con discapacidad? O son personas que terminan en asilos?
Es un tema difícil. Es triste. 

Esto sacudió un poco mi cabeza, porque a veces pienso en cómo se me pasa la vida, dejando de lado muchas cosas por las limitaciones de Juan y por cuidar de él. Y al ver a estos padres, con más años de lucha que yo, lo compruebo. Y aunque dedicarse a ellos es una elección (creo yo), la vida pasa igual. 

Hoy encontré esta poesía que compartí más arriba. 
El tiempo pasa para todos igual. Lo aprovechemos o no. Lo disfrutemos o no. 

Vivir un día a la vez. 
Ser agradecido.
Aceptar.
Valorar.

Sigo en este camino aprendiendo.